Por una movilización republicana PDF Imprimir E-mail
III República - III República
Escrito por David Bollero   
Martes, 07 de Agosto de 2018 00:00

Cada vez que el PSOE ha tenido ocasión de hacer honor a sus siglas y a su pasado republicano, la ha pifiado. Lo hizo cuando Juan Carlos I abdicó, aquella suerte de ‘Operación Salvar a la Corona’ orquestada por el bipartidismo PP-PSOE, cómplices del clan Borbón. Lo hace ahora cuando, una vez más, los escándalos y sombras de corrupción se ciernen sobre la Casa Real.

Escuchar a Pedro Sánchez decir que contamos con “una monarquía renovada y ejemplar” chirría por los cuatro costados. Cualquier persona socialista debería dar un paso atrás y admitirlo sin temer por ello debilitar a su líder: se equivocó, se está equivocando.

No deja de ser curioso cómo a l@s socialistas les encanta presumir de antigüedad de partido y, en cambio, qué poco dad@s son a honrarlo. ¿Acaso han olvidado ya el republicanismo de su querido Pablo Iglesias? ¿Dónde quedaron esos valores? No están se fueron.

Por mucho que el nuevo presidente del PP, Pablo Casado, consiga hacer parecer más de izquierdas a Sánchez con cada una de sus intervenciones rancias y retrógradas, no lo es. No está actuando como tal, pues la defensa a ultranza de la Corona es cargar directamente contra la Democracia. Cerca de 130.000 personas ya ha pedido a través de Público.es que se convoque un referéndum sobre la monarquía. Es lo honesto, es lo democrático.

En cuestión de la Corona, como en el de la relación servil del Estado con la Iglesia Católica, al PSOE siempre le ha faltado coraje. Desde que llegó la democracia y se convirtió en un partido de Gobierno, l@s socialistas ha adoptado una posición electoralista, han antepuesto los votos a sus propios valores. Esa conducta, obviamente, lo convierte en un partido que pierde enteros, porque en política hay límites que no se deberían traspasar por mucho que se escuden en el pragmatismo para hacerlo. Es obvio que al PSOE le funciona, siendo capaz de mantener el voto -incluso la defensa- de su voto natural (cautivo diría, incluso) al tiempo que ese centro que pivota no siente rechazo porque se toque a su querido rey.

Mientras, asistimos a clamorosos ridículos como el de esta pasado fin de semana en Aspe, cuando la Unión Nacional Monárquica de España (UNME) convocó la I Concentración Nacional de Monárquicos de España y se presentaron 30 personas.

En pleno escándalo de la Corona, defender de este modo a la Casa Real y blindarla para que no puedan abordarse las vergonzantes grabaciones de Corinna a través de una comisión de investigación es un acto de irresponsabilidad, por mucho que el secretario de Organización del PSOE (y ministro de Fomento), José Luis Ábalos, diga lo contrario.

Justificar su postura alegando que el partido socialista es constitucionalista es otro acto indigno del PSOE. ¿Qué tendrá que ver la velocidad con el tocino? ¿Es que fomentar la convocatoria de un referéndum es atacar a la Constitución porque en ésta los legisladores nos empaquetaron la Corona? En absoluto, más aún cuando la sociedad también demanda una reforma constitucional que, de nuevo, PP y PSOE bloquean presionados por los poderes que los sostienen.

Es hora de movilizarse, de abrir una causa y sacudirnos de una vez por todas a esta  monarquía que nos imponen. Dar, al menos, el derecho democrático a que la sociedad elija; ¿qué miedo tienen todas esas personas monárquicas de, sencillamente, pregunta a su España querida qué es lo que quiere?

Republicanas y republicanos, no desfallezcáis y hoy más que nunca no dejemos pasar de nuevo este tren. No supimos hacerlo cuando, de nuevo, nos colaron a un Borbón lograda la abdicación de Juan Carlos I; ahora, cuando aflora otra vez lo que se cuece entre las cuatro paredes de La Zarzuela, es hora de exigir el referéndum, de movilizarse para ver un desahucio que sí nos llenaría de alegría: el de los Borbones saliendo en fila de palacio. Esa es la foto que ansío ver y no esos posados mallorquines que ilustran a la perfección cuán pretérita es esa institución… e inútil, especialmente, inútil.

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Fuente: Público