El alumno S y el ciudadano F Imprimir
III República - III República
Escrito por José Juan Hdez / UCR   
Viernes, 07 de Julio de 2017 00:00
Este año le di clase al alumno S. Ha sido una de las alegrías, en este recién acabado curso, de un tipo triste como es quién esto escribe. Después de una trayectoria que podríamos calificar, en términos bondadosos, de errática, S al cumplir los 16 años que le permitían abandonar de motu propio esas aulas que para él eran un territorio de hostilidad, salió a darse un paseo por el mundo laboral sin un escuálido título de secundaria que llevarse a la boca. Y lo que vio no le gustó y tal vez le aterró un poco, y entonces, para mi suerte, se matriculó en 3º de la ESO en mi instituto con ganas de saber y quizás, perdónenseme los resabios de comunistón antiguo, ser un hombre nuevo.
Un hombre entre notables y sobresalientes finales que, allá por octubre, tras su primer examen conmigo, me dijo: “profe, es la primera vez en mi vida que apruebo un examen de Sociales”.  Le maticé: “no lo has aprobado, has sacado un sobresaliente”. Pretendía que percibiera que su salto era de calidad y responsabilidad exclusiva suya, fruto, y esto es lo más importante, de su propio convencimiento. Un convencimiento que le hace soñar, aún con cierto temor, con el bachillerato y la Universidad. Un convencimiento que intenta cuidar su equipo educativo y que, por supuesto, tiene a su madre llena de satisfacción.
 
Quien en alguna ocasión me haya leído sabe que me gusta relacionar temas, mi mente busca quizás conexiones inverosímiles, o retorcidas, de universos que ni se tocan. Y es que debo de ser honesto: yo estaba pensando en el ciudadano F (Garzón dixit) cuando se me cruzó por la mente esa pequeña caída del caballo, ese convencimiento (¿aún frágil?) del alumno S.
 
Y es que el ciudadano F en un discurso que leyó la semana pasada nombró, refiriéndose al periodo en que gobernó su abuelo político, la palabra dictadura. “Ha hecho lo que nunca hizo su padre”, clama el supremo equipo educativo de los grandes medios de educación, perdón, de comunicación, alabando la heroica superación del ciudadano F, “ha llamado dictadura a la dictadura”. Bravos, olés y premio fin de carrera para un alumno talludito pero “excepcionalmente preparado”.
 
Cuarenta y dos años le ha costado a la monarquía borbónica, para nuestra infamia, confesar, aunque sea metiendo por medio la bazofia embaucadora para débiles mentales de las dos Españas, que el poder le fue otorgado por un jefe terrorista llamado Francisco Franco que a día de hoy tiene a decenas de miles de sus víctimas yaciendo en fosas comunes mientras a él le ponen, a costa del erario público, cada día, flores frescas en su tumba.
 
El ciudadano o rey F, si ya llegó al convencimiento de que la fuente de su poder es una dictadura fascista y sanguinaria debería, en consecuencia, plantearse, someter su cargo a referéndum, aunque sea con cuarenta años de retraso y animándose no solo a atisbar, sino a transitar el camino de la dignidad.
 
El mismo día, poco antes del discurso del rey, Unidos Podemos homenajeó, con una representación testimonial, a los anónimos luchadores y luchadoras contra la dictadura, esas personas que nunca darán nombre a un aeropuerto, ni a una calle de su pueblo o ciudad, esas personas cuyas medallas son las palizas de los impunes Billy el Niño (que no es uno solo) que en España viven protegidos, contra el criterio de la propia ONU, por la judicatura. Pero me atrevo a decir que el principal homenaje que Unidos Podemos puede hacer a los luchadores antifascistas y a los cuneteados, para los que este mísero estado no tiene ni un euro de presupuesto, es introducir como punto esencial de su programa la lucha por el advenimiento de la Tercera República. Ya está bien, en el caso de Podemos, que no de IU, de cobardía, de hacer referencias tangenciales a los valores del republicanismo, de ligeras collejas dialécticas al cogote real
 
. Para “colmeneras almas republicanas pajareando” (perdone el pequeño destrozo a su Elegía, don Miguel), nos basta el PSOE, que en su recién celebrado Congreso azotó el culete de sus díscolas juventudes que iban a poner en solfa, con una moción republicana, al neorojo Sánchez, más allá de que me supusiera una enorme satisfacción la derrota del ego de una Susana Díaz aupada entre la cal viva, Filesa y un discurso simplón construido a base de latiguillos. Pero ¿quizás ha sido la victoria de Sánchez lo mejor para apuntalar al régimen? En el fondo sospecho que el propósito de ambos era el mismo. Es otro tema. Lo único que tengo claro es que hay que poner la república, esa para la que tanto republicano de pacotilla nunca encuentra el momento adecuado, en la agenda cotidiana ya. El 14 de abril es hermoso, pero necesita descansar, necesita que seamos capaces de darle el relevo. Y quien tiene que definirse sin ambigüedades en este asunto es Podemos empezando a hablar sin tapujos de la inmoralidad que implica en sí el sistema óvuloespermatozoideo, también llamado, por disimular, monárquico, y ofreciendo de frente, sin titubeo ni carraspeo alguno, con convencimiento, la alternativa republicana. Yo no sé si lo veré, pero deseo que el alumno S sea un digno hijo de la República.
 
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