Crítica al Capitalismo, según "La gran transformación" de Karl Polanyi PDF Imprimir E-mail
Cultura - Pensamiento
Escrito por César Alfonso Viñas /UCR   
Domingo, 29 de Julio de 2012 00:00

Karl PolanyiSegún los autores del libro "Educación para la ciudadanía, democracia, capitalismo y Estado de Derecho, AKAL" la revolución permanente a la que el capitalismo somete a la humanidad es el mayor enemigo de la ciudadanía. Los comunistas son gente moderada y sensata que piden cosas que son de sentido común: no es descabellado exigir que todo el mundo tenga agua potable, comida suficiente y una vivienda digna donde poder vivir. Lo que ocurre es que para poner fuera de juego al capitalismo hace falta una revolución pues los capitalistas no se dejan arrancar sin violencia sus privilegios.

 

Según Julia Várela y Fernando Álvarez-Uría la obra la Gran Transformación de Karl Polanyi no es en esencia más que un inteligente y logrado intento de comprender el fascismo, esa negra noche que encadenó los sentimientos de la humanidad.

Esta obra suponía —y supone— un giro copernicano en la interpretación de la génesis del fascismo. Con anterioridad había publicado Karl Polanyi en Londres (1935), The Essence of Fascism—, así como una valoración nueva de los efectos sociales provocados por el reinado del liberalismo económico. La crisis económica, que se hizo patente a mediados de los años setenta en los países occidentales, y la catastrófica política neoliberal del gobierno Reagan, contribuyeron paradójicamente a rehabilitar esta obra maestra.

Según Julia Várela y Fernando Álvarez-Uría la legislación social europea de finales de siglo, las utopías sociales y las raíces históricas del fascismo se articulan en torno a un hilo conductor: el proceso de formación y desarrollo de la sociedad de mercado. El determinismo económico es primordialmente un fenómeno del siglo XIX que en la actualidad ha cesado de ser operativo en la mayor parte del mundo; únicamente funcionó en un sistema de mercado que está a punto de desaparecer rápidamente de Europa. El sistema de mercado ha deformado unilateralmente nuestra visión del hombre y de la sociedad. Esas percepciones deformadas constituyen hoy uno de los principales obstáculos que nos impiden resolver los problemas de nuestra "civilización".

Según Julia Várela y Fernando Álvarez-Uría este ensayo de Karl Polanyi está escrito en una encrucijada de la historia universal, cuando las grandes potencias se disponían a repartirse el mundo en zonas de influencia y cuando algunos países occidentales comenzaban a poner las bases del Welfare State.

Para estos autores que comentan la obra de Polanyi "Los pioneros del absolutismo económico soñaron con una sociedad sin trabas para el comercio de modo que viviese al ritmo marcado por el desarrollo de un mercado autorregulador. Pero este pilar central del credo liberal —que proporciona refuerzo y sentido a otras piezas fundamentales del sistema de mercado del siglo XIX tales como el patrón-oro, el equilibrio entre las potencias y el propio Estado liberal—, dejó a las sociedades a merced de los vaivenes imprevisibles provocados por la especulación, el afán de lucro y la libre competencia en los negocios. Por primera vez en la historia de la humanidad la sociedad se convertía en una simple función del sistema económico y flotaba sin rumbo en un mar agitado por las pasiones los intereses, como un corcho en medio del océano. La tierra, los hombres y el dinero se vieron fagocitados por el mercado y convertidos en simples mercancías para ser compradas y vendidas. La naturaleza y los hombres, como cualquier otro objeto de compraventa sometido a la ley de la oferta y de la demanda, quedaron al arbitrio de un sistema caótico que ni tan siquiera conspicuos industriales, hábiles políticos y sagaces financieros acertaban a gobernar.

Las viejas formas de sociabilidad fueron sacrificadas al nuevo ídolo del mercado autorregulador. Las territorialidades locales fueron barridas y las sociedades se vieron despojadas de su soporte humano y natural. No es extraño que en ese mundo en tensión se produjesen zarpazos y sacudidas como la Primera Gran Guerra y, más tarde, la

gran crisis del 29".

Para Polanyi en el siglo XIX se produjo un fenómeno sin precedentes en los anales de la civilización occidental: los cien años de paz comprendidos entre 1815 y 1914.

Este triunfo del pacifismo no excluye sin duda la existencia de graves motivos de conflicto. Esta gran parada pacífica ha estado acompañada de cambios casi continuos en la situación interior y exterior de las naciones poderosas y de los grandes imperios. Durante la primera mitad del siglo XIX las guerras civiles y las intervenciones revolucionarias y contrarrevolucionarias estuvieron a la orden del día. En España, bajo el Duque de Angulema, cien mil hombres tomaron Cádiz por asalto. En Hungría la revolución magiar amenazó con destruir el propio imperio y fue definitivamente aplastada por un ejército ruso que combatió en suelo húngaro. En Francia tuvo lugar la revolución de la Comuna de París.

Esta proeza casi milagrosa provenía del juego de equilibrio entre las potencias que tuvo en este caso un resultado que habitualmente no tiene. Este equilibrio normalmente obtiene un resultado completamente diferente, es decir, la supervivencia de cada una de las potencias implicadas.

De hecho este juego de fuerzas se asienta en el postulado según el cual tres unidades o más, capaces de ejercer poder, se comportarán siempre de modo que se combine el poder de las unidades más débiles contra el crecimiento de poder de la unidad más fuerte. En el territorio de la historia universal el equilibrio entre potencias afectaba a los Estados, en la medida en que contribuía a mantener su independencia.

El derrumbamiento del patrón-oro internacional constituyó el lazo invisible de unión entre la desintegración de la economía mundial a comienzos del siglo XX y la transformación radical de una civilización que se operó a lo largo de los años treinta.

La primera Guerra mundial y las revoluciones que la siguieron pertenecían todavía al siglo XIX. El conflicto de 1914-18 no hizo más que precipitar, agravándola desmesuradamente, una crisis que dicha confrontación no había provocado.

Para Karl Polanyi los orígenes del cataclismo, que conoció su cénit en la Segunda Guerra mundial, residen en el proyecto utópico del liberalismo económico consistente en crear un sistema de mercado autorregulador. Esta tesis permite delimitar y comprender ese tema de poderes casi míticos que supone, ni más ni menos, el equilibrio entre las potencias, el patrón-oro y el Estado Liberal; en suma, esos pilares fundamentales de la civilización del siglo XIX, se erigían todos sobre el mismo basamento, adoptaban, en definitiva, la forma que les proporcionaba una única matriz común: el mercado autorregulador.

Polanyi sostiene que el Trabajo, La Tierra, y El Dinero, que en el sistema Capitalista Liberal son "tres mercancías más" (junto con los bienes y los servicios) en realidad no son ni pueden ser puras mercancías como dicha ideología pretende, por estar sujetos a reglas biológicas, sociológicas y naturales, lo que necesariamente conduce al desastre a las sociedades que no lo saben reconocer.

Según los autores del libro "Educación para la ciudadanía, democracia, capitalismo y Estado de Derecho, AKAL" en todo el siglo XX no podemos poner ni un solo ejemplo de una victoria electoral anticapitalista que no haya sido seguida por un golpe de Estado . El caso de la República Española en el año 36 es un ejemplo. Después del genocidio y los exilios, los verdugos "regalaron" a la población una Transición pero no se le devolvió al pueblo el poder que había ganado democráticamente en 1.931 y en 1.936. Se votó una Constitución franquista en el año 78 entre una población bien educada con el recuerdo del millón de muertos en su memoria y el terror en el inconsciente colectivo.

Decía Marx que en las colonias se hacía visible la verdad oculta de la metrópolis.

La alta burguesía italiana financió el movimiento fascista de Mussolini para destruir las organizaciones obreras y de izquierda.

Multinacionales como Ford, General Motors, IBM y Coca-Cola multiplicaron sus beneficios al amparo del nazismo.

Los capitalistas estadounidenses apoyaron con firmeza a Hitler. Al principio EEUU iba a formar un bloque junto a Alemania contra la URSS. Pero EEUU dejó que Alemania concentrase sus fuerzas contra la Unión Soviética hasta que los rusos vencieron. Así que EEUU intervino cuando la guerra estaba decidida para detener el avance de los soviéticos con el Ejército Rojo- desde la liberación de Berlín- cuyo objetivo era liberar París y Madrid.

Henry Kissinger (secretario de Estado de EEUU) dijo, si hay que elegir entre sacrificar la economía capitalista o la democracia, hay que sacrificar la democracia.

Según los autores del libro "Educación para la ciudadanía, democracia, capitalismo y Estado de Derecho, AKAL" el neoliberalismo de hoy es, al igual que el de ayer, un mortífero instrumento de clase. Pocos pueden albergar dudas sobre lo que significó el sueño liberal del siglo XIX, la utopía de un mercado autorregulador a escala planetaria. El hecho es que las potencias que predicaron el liberalismo jamás aceptaron aplicarse a sí mismas las reglas del libre comercio. El liberalismo era una receta que querían ver funcionando en cabeza ajen. Así tenemos el caso del corralito en Argentina que siguió las recetas del FMI; ahora toca a España con las recetas neoliberales seguidas por el gobierno del PP mientras Alemania sigue con sus instituciones (leyes, presión sindical) protegida de las consecuencias de un liberalismo brutal.

El liberalismo no es un sistema deseable para las oligarquías que lo proclaman; no lo aplican a sus propias metrópolis; es un sistema que aplican a Estados débiles como ahora España, países que no son capaces de concitar las fuerzas suficientes para defenderse por sí mismo del mercado.

El capitalismo y el fascismo cuando se ve amenazado por la depresión económica y revoluciones apuestan con entusiasmo por cualquier tipo de intervención política siempre y cuando quede asegurada su producción de beneficios. Así pues movimientos como Acampada en el Congreso pueden estar dirigidos directamente por la oligarquía y el fascismo hacia una segunda Transición en España y traer una República que no sea una verdadera República pues en su hoja de ruta no aparece la III República Federal y Socialista como primer objetivo, ni la salida de la estructura terrorista de la OTAN, ni el laicismo (separación Iglesia-Estado), ni acabar con la impunidad del franquismo, ni devolver al pueblo la Constitución de 1.931; ni devolvernos la victoria electoral legítima de 1.936 del Frente Popular.

BIBLIOGRAFÍA:

Carlos Fernández Liria, Pedro Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero (2007): Educación para la Ciudadanía, Democracia, Capitalismo y Estado de Derecho Ediciones Akal, S. A.

Karl Polanyi, The Great Transformation[1] (1944) -traducción española: La gran transformación, Madrid, La Piqueta, 1989. ISBN 84-7731-047-5.