José Menese: el payo que sonaba a gitano Imprimir
Cultura - Música
Escrito por Rafael Silva Martínez   
Sábado, 06 de Agosto de 2016 06:28

Triste verano el que estamos teniendo los amantes del Flamenco. Si hace un par de semanas nos superaba la muerte de Juan Peña "El Lebrijano", ahora nos ha dejado otro grande del Cante, así, con mayúsculas, como era José Menese. Pero al contrario del genio de Lebrija, Menese se dedicó durante toda su carrera a cultivar el cante más serio y profundo, el cante ortodoxo, el cante según los cánones que habían dejado los más grandes maestros. Eso no significa que José no hiciera los cantes a su forma, y que no aportara formas y matices propios, lo que queremos decir es que el genio de la Puebla de Cazalla no quiso desviarse nunca de la auténtica tradición flamenca, de las verdaderas esencias de los cantes, de la autenticidad originaria de los palos flamencos.

 

En cambio, donde Menese sí destacó, y donde protagonizó una auténtica revolución, fue en el cultivo de las letras flamencas, refrescándolas desde el tradicional catálogo flamenco, y dotándolas de una actualidad necesaria, de una coherente crítica, de una lógica protesta y rebeldía, y de un amargo inconformismo. Ese trabajo se lo dejaba preparado su amigo y mentor Francisco Moreno Galván, el verdadero hombre creador de prácticamente todas las coplas que Menese llevaba en su repertorio, en sus grabaciones y en sus actuaciones en directo. 

José Meneses Scott nace en La Puebla de Cazalla (Sevilla) en 1942, tierra que ha dejado buena cosecha para el flamenco, con nombres como La Niña de la Puebla, Miguel Vargas o Diego Clavel. Gracias a las gestiones de Moreno Galván, Menese (que había trabajado antes en el campo, y aprendiendo el oficio de su padre, zapatero) pudo irse pronto a trabajar a Madrid, para actuar en el Tablao Zambra (1963-1968), quizá de las instituciones de la época consagradas al flamenco más prestigiosas. Por Zambra pasaron los más grandes artistas, tanto de la época anterior a Menese, como su época posterior. Tales Pericón de Cádiz, Juan Varea o Rafael Romero "El Gallina", entre otros muchos. Menese tuvo la suerte de comenzar su carrera justo en la época histórica que pudiéramos denominar como el "Renacimiento", que comienza a finales de la década de los años 50 del siglo pasado, y se extiende hasta la década de los 80, cuando la explosión de los festivales flamencos y la experimentación con otras músicas. Por todo ello, Menese fue de los pioneros en realizar conciertos y actuaciones diversas en centros universitarios, ofreciendo un rescate de las versiones más fieles a los cantes clásicos, que estaban siendo olvidados por las figuras anteriores a dicha época. Su influencia fundamental para esta labor, como no podía ser de otra forma, fue el maestro Antonio Mairena, considerado por José como el "Juan Sebastian Bach" del flamenco. Tal fue su admiración por él.

Como decimos, la influencia del maestro de Mairena del Alcor fue fundamental en Menese, que siguió su escuela de forma leal y profunda, siendo quizá, junto con el hermano del maestro (Manuel Mairena, también fallecido) los dos mejores exponentes de lo que se dió en llamar el "Mairenismo", una escuela cantaora que se caracteriza por cultivar y rescatar todos los estilos y palos flamencos con absoluta fidelidad a los moldes originales, representando desde este punto de vista, una escuela purista dentro del flamenco. Así que, entre el gran referente de Mairena, la labor de preparación de letras de Moreno Galván, y las cualidades y aptitudes del propio Menese, su carrera fulgurante fue todo un éxito, que se manifestó en innumerables grabaciones discográficas, la obtención de gran cantidad de premios y galardones, y la ocasión de dar conciertos en recintos muy especiales, tales como el Teatro Olympia de París (1974), o en Nueva York, el Día de las Naciones Unidas, entre otros. Su discografía, una de las más extensas e interesantes del flamenco reciente, ha tenido gran importancia en su trayectoria artística, pues como decimos, siempre unía el cultivo fidedigno de los palos más rancios del flamenco, junto a unas letras originales, frescas y renovadas, que sin embargo no perdían ni un ápice de la esencia flamenca fundamental. Por todo ello, Menese fue un maestro indiscutible. Poseedor de una voz recia y poderosa, flamenquísima, tenía a gala el "sonar a gitano" sin serlo, ya que él estaba convencido del aporte indiscutible de los gitanos al arte flamenco tal como hoy lo conocemos. 

Poetas y escritores de la talla de Rafael Alberti, Fernando Quiñones, José Manuel Caballero Bonald o Antonio Gala, glosaron la admirada figura de Menese. José había obtenido el Premio de Honor "Tomás El Nitri" en el Concurso Nacional de Córdoba (1965), la Placa de Plata del Ayuntamiento de Mairena del Alcor (1967), el Premio Ondas de la Cadena SER (1968), la Saeta de Oro de Sevilla (1969), el Taranto de Oro de Almería (1971), el Premio Nacional de Cante de la Cátedra de Flamencología de Jerez (1974), el Premio Nacional a la Maestría (2005), o el Premio Compás del Cante, entre otros. La amistad con el pintor y poeta Francisco Moreno Galván, como hemos mencionado más arriba, fue fundamental en su carrera artística. Moreno Galván era ya un gran conocedor y aficionado al cante, y ante la oportunidad del primer disco de un joven Menese, acordaron que sería importante no volver a repetir las letras que se venían cantando siempre, sino incorporar letras frescas y nuevas, cantar algo distinto a lo que estaba cantando todo el mundo. Y por fortuna, la identificación y complicidad entre ambos fue perfecta y total. De vez en cuando, Menese y Moreno Galván se iban a su pueblo, que es tierra de moriscos, a inspirarse, y de las conversaciones que ambos tenían entre sí y con otros amigos de la tierra, salían ideas que se iban convirtiendo en coplas. Y las coplas, en cante. Ambos protagonizaron, a veces con la compañía de Diego Clavel, intensas sesiones de estudio para amoldar cantes antiguos, e incorporarlos a su repertorio. Estudiaban viejas grabaciones de pizarra, e intentaban amoldarlas a las nuevas letras y a su modo interpretativo particular. Y de esa ingente labor de investigación y de creación se deben estupendas interpretaciones que están ya en el catálogo histórico del flamenco. 

Y Menese nos ha dejado a los 74 años, ese cantaor de la pureza rescatada y de la fidelidad comprometida, uno de los mejores referentes que nos quedaban del flamenco clásico y por derecho, una de las voces más terribles y contundentes del cante genuino. De personalidad seria, su carácter inconformista reflejó como nadie la rebeldía originaria del flamenco, y lo expresó de forma rotunda y cabal. Era de esos pocos flamencos que se rompían al cantar, quedando exhausto tras una serie de cantes por seguiriyas. Con una voz cálida, flamenca y pasional, José cultivó sobre todo la amplia gama de los estilos básicos por seguiriyas y por soleares, que representan el gran caudal flamenco antiguo. Pero también otros muchos estilos, siempre con la pureza y valentía que le caracterizaban. Fue acompañado por los más grandes guitarristas, alcanzando a Melchor de Marchena en sus primeras grabaciones, pero también por Enrique de Melchor, Antonio Carrión, Juan Carmona "Habichuela" (también recientemente fallecido), Manolo Brenes, y otros muchos. José se nos ha ido de repente, de forma inesperada, en su propio domicilio, dejando de nuevo el pabellón del mejor flamenco perplejo, triste y desconsolado. Antonio Maíllo, Coordinador de IU-CA, ha dicho de él: "Rebelde en la pureza del cante, comunista resistente, mantenedor de la verdad del flamenco". La localidad sevillana de Mairena del Alcor le dedicará a su figura el próximo Festival de Cante Grande "Antonio Mairena", que se celebrará en septiembre, a modo de homenaje a la extensa carrera del cantaor de La Puebla de Cazalla, que llora a su maestro más universal. Y lo lloramos también todos los amantes del flamenco más hondo y puro, pues se nos ha ido quizá nuestro mejor referente. ¡Hasta siempre, José!

 

Fuente: Blog de Rafael Silva