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Peter Handke, un testimonio de la memoria subterránea |
Cultura - Libros / Literatura |
Escrito por Edgar Borges / Argenpress Cultural |
Miércoles, 16 de Febrero de 2011 00:00 |
En el discurso que Peter Handke (Griffen, Austria, 1942) pronunció en el entierro de Slobodan Milosevic habló de "El mundo, el supuesto mundo", para referirse a la realidad mediático-política que nos imponen como verdad absoluta. Más allá de las simplezas conservadoras que nos quieren dividir la vida en blanco y negro (buenos y malos de una mediocre película), y sin centrarme en el caso Milosevic, las palabras de Handke apuntan directo al centro de la mentira global. Sirven para mostrar los hilos invisibles que se utilizan para manejar la tierra. El mundo que vemos es una vestimenta ajena a la vida (y por ende a la naturaleza), los muchos mundos que existen (y que sangran a contra luz) andan por los subterráneos del planeta.
Peter Handke, alejado de la simpatía que hoy muestra un "gremio literario" empeñado en caer en gracia a la estupidez generalizada, compromete doblemente (en voz y técnica) su palabra. A paso de equilibrista atraviesa el hilo que comunica el borde del precipicio literario con el del precipicio político. Llega, escribe novelas sobre la incomunicación (interior y exterior) del ser humano, y regresa a la crónica para descomponer las piezas del puzzle social (y no detiene su viaje de ida y vuelta). Handke contradice, quizá como ningún otro intelectual (y vaya que reivindica la acción que hay detrás de esa palabra), el dogma capitalista que nos pretende hacer creer que "literatura y compromiso son dos vías que en la supuesta posmodernidad caminan por separado". A la obra de Handke le llegamos por cinco caminos de alto brillo (y compromiso): la poesía, la novela, la crónica, el teatro y el cine. Y en los cinco senderos la llegada (que nunca es llegada porque siempre es camino) es de las más importantes que ofrece la literatura concebida en tiempos de aislamiento humano. En su escritura el lector deberá aceptar el reto de sentir que la palabra sólo es útil si nos sirve como puerta de acceso a un espacio (muchos espacios). La palabra, más que llegada, es una vía. Handke, como implosionista, dinamita palabras en uno y otro extremo del abismo. Y entre las ruinas del verbo encontramos los pedazos del mensaje que andábamos buscando (que acaso sea una réplica del individuo extraviado). "Preguntando entre lágrimas" es otra puerta que Peter Handke le abre a la realidad escondida (la que aplastan las potencias de tradición imperialista, con botas y con ideas impositivas). "Un anciano, de pie como yo ante el cordón, de repente y en silencio, me da un apretón de manos y se marcha. Pero, al darse la vuelta, percibo, no por primera vez en este viaje por Yugoslavia, que tiene los ojos humedecidos". La palabra del escritor es un paso (una mirada) que se detiene en los dolores minúsculos que no reseña el tic tac del gran reloj informativo. Como la oncóloga que encuentra en el camino y lo recibe vomitando preguntas en medio de su espacio bombardeado: "¿Realmente somos tan culpables"?...Para que haya un sufrimiento así, debe haber antes una culpa. No puede ser de otro modo, debemos ser culpables. ¿Pero de qué? ¿Y por qué?" Y el observador descubre, otra vez, la lágrima del pueblo: "Y también ella tiene los ojos humedecidos...Pero no aparta los ojos inmediatamente, como antes el anciano en Belgrado; al contrario, nos los muestra frontalmente; los expone a la luz, al sol. Entre lágrimas preguntando, preguntando. Preguntando. Pretexto, tema para un escultor, pero, ¿para cuál?" "Preguntando entre lágrimas" reúne dos nuevos viajes que Handke realizó a Yugoslavia en 1999 y los informes que recopiló luego de sus visitas al Tribunal Internacional de La Haya, en 2002 y 2004 (en una de las cuales se entrevistó con el ex presidente serbio Slobodan Milosevic). En el libro el autor advierte sobre la prolongación de la tragedia impuesta: "La aniquilación de Yugoslavia, todavía no del todo evidente para el resto del mundo, es una emboscada que lleva un dispositivo que me parece temporal y no local, y que será desastrosa más adelante. Una emboscada del tiempo. ¡Otro lenguaje, por favor, o simplemente otro tono para Yugoslavia, para todos los países!" Mi lectura me indica que la observación (activa) de Peter Handke es un testimonio que nos comunica por igual con la memoria de todos los pueblos que han sido ocupados por una fuerza extranjera. Y una ocupación es una bofetada a cada individuo digno del planeta. ------------------------- Peter Handke (Griffen, Carintia, Austria, 1942), escritor en alemán. Es autor de teatro, novela y poesía. También es director de cine. Durante las guerras balcánicas de la década de 1990 fue polémica su oposición a los ataques de la OTAN sobre Belgrado en 1999; de seguro tenía en cuenta los bombardeos nazis a esa ciudad y la impunidad de muchos croatas, que colaboraron en la destrucción de los judíos en toda la zona. Ello le valió ser considerado como partidario de la causa serbia, extremo que él ha matizado como una negativa a la criminalización de un pueblo: habría que castigar, afirmaba, a todos o a ninguno. La presencia de Yugoslavia le había parecido siempre una "Europa posible" como amalgama cultural, y sin embargo se había hecho pedazos. Por ese mismo motivo, hubo una campaña en 2006 contra él cuando le fue concedido el Premio Heine; el alcalde de Düsseldorf, donde fue premiado por un jurado, denunció esa 'caza de brujas'; y Handke renunció al fin, no sin resaltar que podría visitar la tumba de Heine en París, cerca de donde vive, con plena tranquilidad. Fue defendido por la novelista austríaca Elfriede Jelinek y el cineasta alemán Wim Wenders. Luego logró el Premio Franz Kafka. Como director de cine, Handke ha realizado La mujer zurda y La ausencia. También ha colaborado como guionista con su amigo Wim Wenders, así en El miedo del portero ante el penalty, Falso movimiento o en Cielo sobre Berlín. (De la Wikipedia) ----------------------- "Preguntando entre lágrimas" en la Casa del Libro
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