La marcha pacífica de la desobediencia civil. PDF Imprimir E-mail
Cultura - Libros / Literatura
Escrito por Ramón Pedregal Casanova. / UCR   
Sábado, 12 de Abril de 2014 00:00

17 de Mayo de1968, las acciones pacíficas en EEUU vienen a subrayar el carácter asesino del sistema que defiende la minoría dominante.

El 4 de Abril han asesinado a Martín Luther King. Las acciones pacíficas continúan a pesar del crimen. El asesinato de Luther King es un punto de inflexión, es la referencia de discusiones entre las masas que luchan contra el racismo. Nuevas acciones populares surgirán en una dirección que los violentos del poder no esperaban, fueron las acciones contra la guerra de Vietnam, que además rompieron el muro de silencio informativo.

 

El 17 de Mayo del 68, un mes y 13 días después del asesinato del líder negro, precedidas de las grandes movilizaciones, en una atmósfera crítica para los poderosos alimentadores del racismo y la guerra, 9 personas entran en una oficina de reclutamiento, se dirigen a los archivos, los sacan a la calle, les prenden fuego, y esperan a que llegue la policía. Son gentes como cualquier ciudadano o ciudadana normal, son activistas contra la guerra, son los que serían conocidos como “los nueve de Catonsville.”

Cualquiera podría decir que las acciones de este tipo no acaban con las guerras, o en el caso de España podía decirse que no acaban con el paro, o el pago de la deuda ilegítima, o que da vivienda a todos los que la necesitan, … pero es cierto que en el momento preciso sobrepasan el silencio impuesto y llegan a la mayoría de la gente como un ejemplo a seguir.

Los pacifistas de Catonsville había aprendido de las grandes movilizaciones contra el racismo, llevaron a cabo la desobediencia civil, eso que da tanto miedo a quienes detentan el poder contra la mayoría. La acción de los nueve hizo que se cuestionase la guerra: eliminar documentos que llevaban a los jóvenes al matadero del imperio, o llevar a esos jóvenes a dejarse la vida y matar ellos mismos para que los imperialistas se queden con las riquezas de los pueblos, fue una revolución en las conciencias de grandes masas.

La acción referida tenía ejemplos anteriores que habían incentivado el valor de la denuncia, que habían frenado o disuelto el miedo en grandes sectores de la población y dejado al gobierno del imperio sin capacidad de engaño. Mucha gente supo de la injusticia y supo que no era lo mejor. La acción pacífica dio en el centro, fue comprendida y el movimiento contra la guerra aglutinó a grandes masas que tomaron la razón y la ética como baluarte.

El juicio contra los activistas anti guerra encontró en la calle respuestas masivas, manifestaciones y reuniones de apoyo. Grandes personalidades se pronunciaron, hubo cartas públicas, hubo actos de pronunciamiento en contra, el debate público se abrió, la resistencia a la guerra hizo crecer los valores humanos. El negocio de la corrupción, la guerra misma y sus causantes estaban en entredicho. La población y los pacifistas tenían la palabra. El autor del libro, uno de los pacifistas juzgados declara: “Ellos sólo representan a aquellos que están en las listas electorales, no representan a las comunidades de que venimos o a las que servimos, ni siquiera son representativos del pueblo en general, sino simplemente de la grande e inmaculada clase media, cuya virtud esta en el anonimato bien alimentado el desodorante cotidiano y las fobias negro-comunistas.”

A la condena judicial siguió una resistencia inesperada para los que hacían negocios con la guerra: dos de los activistas pasaron a la clandestinidad, negándose así a que les llevasen a la cárcel.

Las organizaciones contra la guerra adquirieron un peso y un respeto social que fortalecieron la conciencia de grandes masas sobre la realidad en la que vivían, con lo que se abrieron nuevos caminos de lucha, tanto de grupos reducidos de activistas cuyos actos alcanzaban el carácter simbólico, como de grandes masas que en el movimiento por objetivos inmediatos abrían perspectivas que fortalecían la lucha por la justicia social.

El libro muestra una lección a tener en cuenta.

 

 

Título: Los nueve de Catonsville.

Autor: Daniel Berrigan.

Traducción: Bárbara Arizti Martín.

Editorial: Hiru.

Ramón Pedregal Casanova es autor de “Dietario de crisis”, puedes bajártelo de Libros libres, en rebelion.org; y es autor de “Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios”, edita Fundación Domingo Malagón.